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Mostrando entradas de julio, 2014

El miedo acaba haciendo su trabajo

Hace unos minutos me he encontrado un artículo en una red social, sobre lo que el ejército de Franco hizo en algunas zonas de España. Yo, siempre que pasa esto, recuerdo con dolor (pues nunca me acostumbro) a las personas que conozco de estas zonas que son de derechas. Necesariamente, sus padres tuvieron que pasar por ese horror. Pues sus familias estaban allí cuando sucedió. Me planteo por qué sucede esto. Entonces, imaginó a esas personas, que, habiendo vivido el horror, no quieren que lo pasen sus hijos. Y, traicionando una y otra vez, sus ideas, y los sueños que heredaron, que aprendieron de sus padres. Hablaban a sus hijos de lo malos que eran los rojos, y de los buenos que eran los sublevados, pues no querían para sus hijos, los horrores por los que vieron pasar a sus padres. El miedo es una de las peores cosas que se puede hacer a un ser humano. Muy poca gente puede asumir que su hijo/a se ponga en peligro. Así, imagino, que de tanto intentar preservar a los hijos

PEDIMOS DEMASIADO POCO

Creo, sinceramente, que pedimos poco. Que lo que pedimos, no lo deberíamos estar pidiendo. No creo que sea porque hayamos esperado demasiado, creo que es, porque nos han quitado mucho, de pronto. En una sociedad que dejó atrás la Revolución Industrial y el gran surgir del Movimiento Obrero (ha pasado mucho más de un siglo). No deberíamos estar centrando el debate sobre si los niños comen. Esa no debería ser una reivindicación, simplemente, porque es intolerable, simplemente que nos planteemos que no tengan para comer. El listado de nuestras peticiones al Gobierno son famélicas: - Que los niños coman todos los días - Tener una casa para vivir - Tener un trabajo para pagar nuestras deudas - Que no nos puedan despedir por estar enfermos - Un largo etcétera Detrás de estas peticiones hay algo mucho peor: - Los niños no están comiendo todos los días. Ni siquiera pedimos que coman los adultos - Hay g

EL PERFECCIONAMIENTO DE LA OBRA DEL POETA

El poeta, una vez más, volvió a sentarse frente a su poema. Decepcionado por la múltiple cantidad de fallos, cambió un par de versos. Como llevaba haciendo desde que lo escribió, hacía cinco años.

LA EXTRAÑA TECNOLOGÍA DEL LIBRO

Cuando todo se apagó, cuando las luces dejaron de surgir sólo con que se diera a un botón. Ella tenía algo que nadie más conservaba, una tecnología extraordinaria en aquellos días. Tenía libros, en papel. Sólo con ponerse bajo la luz del sol, ella, ya podía leer. La gente, fascinada, se le acercaban desde lejos, para pedirle que le prestarán aquella fuente de ocio que no requiere enchufes. Entonces ella, preguntaba a todo el que iba a su improvisada biblioteca, si alguien conservaba alguna guitarra, piano, o tambor, porque echaba de menos la música. Algunos la miraban con expresión de sorpresa, entonces ella explicaba, que antes, existían instrumentos que no necesitaban enchufe. La hubieran tomado por loca. Poco después de que todo se apagara, volvió a oír el sonido de la percusión, un niño había aprendido a tocar una maceta al revés, como si fuera un tambor.