LA VISITA DE LAS MUSAS
Una vez más, la escritora novel (que dejó de ser joven antes de publicar) se presentó frente a su blog con ganas de escribir algo, de compartir algo con alguien. No sabía con quien compartía nada, era como cuando veía una película, o leía un libro. Dejaba que otra persona se comunicara con ella, sin saber quien era, ni que intenciones tenía con su obra. Igual, ella, lanzaba al mundo un mensaje más o menos trascendente, más o menos importante para ella, y esperaba que alguien lo recibiera. A veces colgar algo en internet es como lanzar un mensaje en una botella al mar. Así que cogió su cuaderno de notas, donde anotaba sus ideas para plasmarlas luego en un archivo de ordenador que nunca repasaría, o un blog que quizá nadie leería. Al sacarlo del cajón, tiró sin querer al suelo el cuaderno anterior. Ni si quiera lo abrió, lo miró con melancolía, decenas, por no decir cientos de cuentos, morían en esos folios, simplemente por que ella no tiene tiempo para escribir tanto como Las Musas le