CASTILLO
La señal sonó alta y clara, no había atisbo de duda posible, estaban atacando el castillo. Naturalmente salió sin ninguna intención de ponerse su armadura. No había tiempo, mientras su mujer se reunía con los hijos para acudir al punto más alto de la torre donde dormían, allí se resguardarían del ataque. Los enemigos estaban lejos, muy lejos, hacía décadas que aquella fortaleza no era fronteriza, los señores feudales de alrededor eran todos amigos, se suponía, pero claro estaba que no era así. Si no habían tomado las plazas cercanas pero se encontraban allí estaba claro que les estaban atacando supuestos amigos. Con la espada desenvainada se unió a sus soldados en la arena al lado del pozo. Les miró a los ojos, casi ninguno de ellos había luchado con él en las batallas anteriores, cuando había que eliminar al extranjero que venía a invadir. Había pasado mucho tiempo desde los gloriosos años en los que tomó aquella misma fortaleza. Asedió el castillo durante más de un mes así que no