Que alguna diosa bendiga a la sacrílega musa que me inspira, me secuestra y me posee - en el sentido que un demonio lo haría - ella sabe que soy yo de ella, no ella mía. Ella que me lleva a prosas delirantes y me niega la poesía, que aparece con sus alas desplegadas y me arrastra a mundos de los que no quiero salir. Que alguna diosa bendiga sus alas, las alas que me clava y me impone. Ella, que me podría abandonar cuando quisiera y yo iría suplicando tras ella a través del calor y el frío, creo. Pero ella no necesita perseguirme, ella no necesita ir tras de mí, ella siempre sabe donde la espero. Y que alguna diosa me asista cuando mi musa se canse de mi falta de talento, y me abandone y sea la diosa la que pida a la musa, que no abandone a la mortal.
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