EL PAQUETE

Encendí la televisión y busqué desesperada casi, pasé por todos los canales, buscando algo que me ayudara a poner la mente en blanco, sin éxito.
Luego me paré frente a la librería, algún libro habría que me apeteciera releer o que, olvidado en algún momento en la estantería pudiera leer esa tarde. Nada, encendí el ordenador, la redes sociales me entretuvieron muy poco. Las aplicaciones del móvil que proporcionan mensajes sin parar tampoco lograran que yo ocupara el tiempo. Miré el reloj, aún las seis de la tarde.
Posé con indiferencia mis ojos en los libros de los apuntes de químicas. Esa mañana me había presentado a la oposición para profesora de secundaria de esta asignatura y me había quedado como vacía. Antes del examen yo estudiaba, llevaba dos años estudiando, ahora ¿Qué iba a ser de mí?
Siempre había pensado que mi mayor problema sería no sacar una plaza, aunque fuera de interina, pero estaba resultando que lo malo era enfrentarse al vacío del después al examen.
Me tumbé en el sillón y allí, en la mesa de centro estaba el correo de más de un mes acumulado encima del cristal. Dejé de abrir las cartas para arañar un rato más de estudio.
Decidí revisarlas:
Banco, factura, banco, factura, factura, factura, propaganda electoral, mierda, en el fervor de la batalla por la ansiada plaza de trabajo público me había olvidado de ir a votar "¿Quién habrá salido?" me pregunté.
Seguí revisando hasta que hallé algo precioso. Una carta de amor. No citaré ni una de las palabras que aparecían en la misiva, ni de la justificación para usar un medio de comunicación tan antiguo, ni de los motivos de amor que daba. Son palabras que pertenecen a otras personas. A quien la enviaba y a quien la debería haber recibido.
La leí cientos de veces. Me arrancó una sonrisa y casi me hizo llorar. Emocionada quise copiarla entera una y otra vez hasta memorizar cada letra. Hasta la caligrafía de quien escribía era rítmica.
En alguna ocasión tuve que separar rauda la página de mí, para que no le cayeran mis lágrimas.
Luego me puse a trabajar en algo que hacía mucho tiempo que quería hacer.
Aún ventilaba mi cocina cuando me quité la mascara de gas y los guantes de látex.
Pasé por la basura para tirar una bata de plástico y otros útiles de trabajo y eché la carta a un buzón con un nuevo sobre. Puse el remite como destino.
Subí a casa.
Ahora sólo me quedaba esperar la noticia: "muere por un gas nocivo en forma de polvo escondido en una hermosa carta de amor"
Lo calificaron de suicidio, pero resulta que el escritor de la misiva no tenía conocimientos de química, era una forma muy extraña de matarse a sí mismo... Hubo hasta un especial un viernes por la tarde en el que intentaron dar sentido al hecho.
Realmente me entretuvo hasta que me dieron los resultados del examen, por supuesto fui la nota más alta y entré sin problema de profesora en el instituto que yo quería.


Comentarios

Entradas populares de este blog

EL MAL ESCLAVO

LA SACRÍLEGA MUSA

1984