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Mostrando entradas de febrero, 2017

MI LIBRO

Lo que más me molestó de aquella ruinosa casa encantada fue el crujido de las paredes, lo juro. Podrán creerme o no, pero fue lo peor. Sí que me indignó que el libro que se moviera de la estantería para accionar la puerta secreta fuera el mío, en serio, realmente eligieron ese título pues creían que era el que menos probabilidades tenía de que alguien lo cogiera, fue muy irritante, la verdad. Aunque por otro lado ese es el motivo por el que gané yo el premio, ya que fui yo quien desveló el misterio. Desde luego que triste que un escritor consagrado de novela negra, como yo, tenga que acudir a un reality como este para sobrevivir.

LA PENA

Últimamente cada vez que me despierto me cuesta una salvajada levantarme. El sonido del despertador es casi como el sonido de la máquina de torturas cuando la encienden, cuando la calientan, preparándola para mí (que exagerada soy) Algunas veces, cuando voy en el metro y apoyo mi cabeza contra la barra y bostezo pienso que muy probablemente para los demás fue igual de duro levantarse esa mañana. Y no me duele, no me duelen nuestros bostezos, no me duele nuestro cansancio. Me duele que vamos realmente muy tristes.

¡QUÉ PENA!

No se consigue una niña tan especial como ella sin la colaboración de todos, sin que todos estén implicados. Su madre, su padre, los abuelos, las profesoras y los pocos profesores que tuvo. Incluso la mujer de la zapatería que la atendía y asesoraba a su madre sobre el mejor calzado. Otras personas del parque al que iba a jugar, y, claro, naturalmente sus amigos y amigas. Era perfecta, era libre. Sabía que lograría las metas de su vida sin tener que casarse. Sabía que sería una mujer completa aunque no tuviera hijos. No tenía miedo, no aguantaba lo que no hay por qué aguantar. Sin embargo llegó el día de dejar el hogar de sus padres y descubrió que con su sueldo no le daban ninguna hipoteca, y no le llegaba para pagar el alquiler de un piso. Los niños que respetan de forma natural, no como un favor, no se consiguen solos. En su educación tuvieron que colaborar abuelos, padre y madre, su hermano mayor, sus primas pequeñas. Las profesoras que tuvo y los cuentos que le leyeron de peq